31 de enero de 2009

Seguimos con mal tiempo



Ya está, se acabaron los exámenes!!


Esta mañana hemos hecho un intento de salida de anillamiento por la zona de Llíria. La previsión que nos daba la Aemet era de un cincuenta por cien de probabilidad de lluvia, vamos, tirar una moneda al aire. Al parecer nosotros elegimos cara pero al final ha salido cruz. Cuando ya teníamos todo preparado ha empezado a llover. Ha tocado dar media vuelta y volverse a la cama.

Con una mañana así, después de todo el día lamentándome he intentado aprovechar un poco la tarde, así que me he acercado un rato a la Marjal del Moro (Sagunto). He cometido el pequeño error de confiar en que las botas de agua seguían en el coche desde esta mañana, cuál ha sido mi decepción al llegar allí y ver que no era así y que por tanto no iba a poder hacer un recorrido completo.

Vista de la marjal desde el observatorio de la playa

Lo primero que he localizado al llegar ha sido una gran balsa de cormoranes (Phalacrocorax carbo) en el mar, relativamente cerca de la playa (entre cincuenta y setenta y cinco metros). A su alrededor había bastante gaviota, principalmente patiamarillas (Larus michaellis) junto con alguna audouin (L. audouinii) y cabecinegra (L. melanocephala). Pero lo más interesante de todo eran los alcatraces (Morus bassanus) que los sobrevolaban y no paraban de hacer esos sorprendentes picados que los caracterizan. Es interesante porque desde la playa de la marjal se pueden contar con los dedos de una mano las veces que los he visto, si encima contamos las veces que los he podido ver allí y a esta distancia, no es que sobren dedos, es que podemos regalarlos todos y aún así contar las veces.

Cormorán grande comprobando los niveles de agua

Después de disfrutar de la observación (es que me encantan los alcatraces, y más si no paran de pescar como hacían hoy) me he acercado al observatorio más próximo a la playa. La laguna presentaba un buen aspecto en cuanto a paterío, pero no revosaba como otros inviernos. Pirncipalmente se veían cucharas (Anas clypeata) y cercetas (A. crecca). Me ha sorprendido por ejemplo no ver ningún colorado (Netta rufina) o frisos (A. strepera), aunque tal vez la mala luz que hay en esa laguna por la tarde tenga algo de culpa.

Lavandera Blanca

He seguido avanzando junto a la orilla, sin dejar de observar a los alcatraces que todavía seguían por allí y levantando montones de lavanderas blancas (Motacilla alba) que correteaban entre las piedras. He llegado al punto en el cual me desvío hacia la izquierda (hacia el interior de la marjal). Y he podido ver allí la nueva pasarela de madera que están haciendo. Tiene buena pinta, a ver qué tal queda. Nada más entrar al camino he podido ver donde estaba mi límite. Unos metros más allá el agua cruzaba de parte a parte (como viene siendo habitual) y resultaba imposible cruzar sin botas de agua (e incluso tengo mis dudas con respecto a si podría haber pasado con ellas). Un par de agachadizas (Gallinago gallinago) han levantado el vuelo cuando me he acercado a la charca que quedaba a mi izquierda a ver que se movía por allí. Descansaban un buen número de cercetas junto con unos cuantos ánades reales (Anas platyrrhynchos). Además estaba lleno de tarabillas (Saxicola torquata) moviéndose de un lado a otro.
Me he acercado al punto donde el camino se cortaba por culpa del agua mientras escuchaba al rascón
(Rallus aquaticus) y calamón (Porphyrio porphyrio) entre la vegetación. Una vez allí he podido ver que al observatorio elevado (que normalmente tiene la base anegada) se podía llegar sin mojarse. Desde él, una vez sobrepasada la altura del carrizo que no me dejaba ver que había a mi alrededor, he localizado a dos hembras de aguilucho lagunero.


Aguilucho Lagunero

Han estado un buen tiempo dando vueltas a mi alrededor, de arriba a abajo y han tenido algún pique aéreo. Además sobre el carrizo revoloteaban varios pajarillos como mosquiteros comunes (Phylloscopus collybita), ruiseñor bastardo (Cettia ceti) y escribano palustre (Emberiza schoeniculus).


Llegados a este punto he iniciado la vuelta y menos mal porque ha empezado a chispear y he conseguido llegar al coche antes de mojarme demasiado. Lo único destacable del camino de vuelta una balsita de gaviotas cabecinegras (unas treinta, aunque tal vez hubiese alguna L. ridibundus también) descansando en el mar. Alguna estaba muy guapa ya con toda la cabeza oscura (aunque todavía no del todo negra) Además todavía se veía algún alcatraz por la zona alejándose.

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