Llevaba unos días pensando que la universidad (UPV) era un lugar muy interesante para fotografiar aves ya que, generalmente, se muestran más confiadas que en otros sitios y están acostumbradas a que la gente pase a su lado sin inmutarse.
Así pues, hoy, por fin, he podido comprobar si así era y entre las clases y una conferencia a la que debía asistir he estado paseando por los jardines intentando retratar a estas aves urbanas.
El resultado ha sido satisfactorio pese a que todavía no controlo del todo la cámara. La mayoría de aves que he visto se han dejado fotografiar a gusto y me han dejado que me meta un poquito en su vida privada.
Sentando en un banco he ido viendo las idas y venidas de una pareja de mirlos (Turdus merula) que no dejaban de picotear el suelo blando y se acercaban uno al otro sin atreverse a decirse nada todavía.
Los verdecillos (Serinus serinus) en cambio estaban más animados, y el que no estaba comiendo en el suelo estaba en una rama cantando con alegría al amor, y si no, con sus típicos vuelos mariposeantes yendo de árbol en árbol y haciéndose notar.

También algunas tórtolas turcas (Stretopelia decaocto) se hacían arrumacos escondidas entre las ramas de los árboles o bien a la vista sobre alguna de las muchas esculturas que salpican los parquecitos de la UPV. Parece que no pero poco a poco la primavera intenta quitarle su puesto al invierno, aunque todavía le cuesta y sólo algunos pajarillos la ven llegar.
Esta foto ha salido un poco desenfocada, pero me ha gustado mucho la composición y la pose del carbonero, así que la he dejado. además los carboneros son unas aves que me encantan.
Un buen ejemplo pueden ser los gorriones (Passer domesticus) o los carboneros comunes (Parus major). Los primeros porque ya empiezan las persecuciones de los machos y no paran de piar como locos en cualquier rincón y los segundos porque mientras bailoteaban por las ramas nos mostraban todo ese registro musical que tienen guardado en sus pequeñas cabecitas (empezando por ese famoso "chi-chi-pan" tan característico).
Otras especies todavía no están tan alterados y dedicaban su tiempo a comer. Es el caso de las abubillas (Upupa epops) que buscaban lombrices en una zona recién regada de césped aunque demasiado lejos de mi objetivo. Tampoco los petirrojos (Erithacus rubecula) tenían ganas de fiesta y se escondían de mi dando pequeños saltitos bajo los arbustos. Aunque su curiosidad les lleva siempre a revelar su posición cuando se acercan a mirar qué es lo que estás haciendo.
Este ratito de observaciones urbanas me ha llevado a pensar un poco. Resulta curioso la cantidad de aves (y especies distintas) que encontramos casi en cualquier lugar y lo desapercibidas que pasan para todo el mundo. No me extraña que vivan tranquilas en lugares así, donde cuando cantan o profieren sus reclamos más sonoros sólo algunos locos levantamos la cabeza. A mí me gustaría que esto no fuese así, y este es uno de los motivos por los que hice el blog y por lo que hago esta entrada, para intentar mostrar que casi sin movernos de nuestra casa podemos descubrir una naturaleza increíble, montones de seres distintos siempre agradables de observar.
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